Pensar que fuiste mi más segura duda,
fue la manera más sabía de perder el control,
y sentirme más que una viuda, en esta paradoja seca,
que vivió y sonrió.
No puedo decir que te pude tener, sos tan libre como el viento hacía el agua,
la verdad del ser, que mojó mis entrañas.
Pero más allá, de idealizar tus manos, y esas caricias que me hicieron
arder, fui virgen en pleno verano, victima de su propio placer. Más el amor
que poco a poco se nos fue desgantando, hizo de tu recuerdo
mi más dulce y largo perder. No porque mis labios estén llenos aún
en vida de tu boca, ni por como en plena avenida me haces perecer.
Pasaste de compartir tu amor a robarme mis horas, sin darme cuenta yo,
ya estabas incrustado entre mi alma y las olas.
Hoy sos simplemente ese extraño que supuse en mi cama,
que aparece cuando mi necesidad te llama, vas de cuerpo en cuerpo, estrellando y abriendo, esas dulces rodajas que te vuelven hambriento.
En memoria de todos mis orgasmos perdidos que ni precios ni abrigos pudieron
comprar, te dedico mis últimas palabras para que en las mañanas
no intentes recordar, que desde el más infinito cielo pudiste si quiera nacer
pero elegiste ser el demonio que me hace entristecer.