No me queda nada más que relatar, el sueño de que fui victima, unos ojos ardientes que me entregaron al amor, sensaciones bajas que no se pueden relatar frente a extraños, presencia de la lujuria que invadió mi alma al anochecer. Demonio carnal que con llamas consume mi piel, en el fuego del amor, siempre has de aparecer cuando mas la extraño, cuando mas extraño sus besos.
Su cabellera ya algo despeinada despertaba en mi la pasión de poseerla, y sus besos en mi cuello dejaban marcas de lo que sucedía, el placer fue tal que no pude contener mis ganas, se presentaron de forma firme en mi pantalón, pero mas firme en mis ojos, una mirada y supe lo que sucedería, tu escondida tras las sabanas de mi mente, jugueteabas al amor, incitándome con el levantamiento de tu ceja, provocando en mi los instintos primarios de un animal, una feroz bestia que te acechaba con tanta hostiga que se abalanzo sobre tu cuello; y mordiendo suavemente tus hombros te incito a seguirme,
Mientras girábamos en torno a la cama, te arranque las ropas salvajemente, dejando al descubierto tu desnudez
¡Oh perfecta obra maestra!,
que no podría pintar jamás Miguel Ángel.
En tus ojos vi el deseo, de que no me detuviera y mientras perseguías mi cuello con tus besos tus manos acariciaban mi piel desnuda y tímida, estábamos ya envueltos en pasión cuando me detuve solo un segundo a admirar tu cuerpo, que a la luz de la luna que se colaba por la ventaba, era perfecto, Senos bien definidos, suaves y tan dulces néctares de los que jamás bebí!
Te tome por la cintura acercándote a mi y a la altura de tu pecho sacie el instinto de carne que el fuego en mi interior demandaba, arrancando incontables cánticos de placer, la noche era tan joven como los dos, pero aun no era suficiente, el dejarte completamente recostada sobre la cama no me era suficiente, te diste media vuelta y me incitaste a besar tu espalda, los besos resbalaban por la espina dorsal de principio a fin, y excitaban todavía mas mi deseo, te diste la media vuelta y me miraste directo a los ojos, nuestros labios se juntaron mientras acariciabas mi entrepierna y subiendo tu mano, llegabas al punto exacto donde la anatomía del hombre nos separa de la de la mujer,
Incitaste en mi tanta excitación que la sangre me falto al corazón, y sentí como el alma se escapaba de mi cuerpo,
Mientras te besaba el cuello recargaste tu hermoso rostro en mi hombro, y sin mas ni menos, el dolor de una mordida, penetro mi carne tan profundo, pero tan satisfactorio, que no redujo mi respuesta orgánica, sino que al contrario, incito mas en mi las ganas de amarte aquella noche.
Oh! cuan maravillosa velada fue, que entre la humedad de tus piernas me acogí por un momento fuimos uno mismo, el latir de nuestro corazón se puso a ritmo, y nuestras respiraciones eran una misma, entre arañazos en mi espalda y marcas en mi cuello la noche fue perfecta, el juego de manos no se hacia esperar y mientras tocaba tu deliciosa piel, tu gemías al son del viento que golpeaba la ventana, ¡perdidó de todo sentido en mi cuerpo!
Tocaba con mis manos, la circunferencia de tu pecho, suavidad sin igual, delicada piel con aroma, a lirios, que envolvía cada vez mas a mi ser, hasta el momento en que mi corazón se detuviera, no parecíamos tan distantes, te acercaste a mi y con suaves palabras al oído, me hacías saber tus deseos, me hacías saber tus ansias, me envolvías con palabras seductoras.
Toda una dama en el placer y el arte de amar,
Por fin el clímax llego, nuestros cuerpos empapados, las bocas tan secas de tanto amar, el calor de nuestros cuerpos abatió el frío de la noche, y así…
Tú! recostada en mi pecho
me dispuse
a despertar.