Oscar Perez

Romance de reloj y boca

Romance de reloj y boca

 

A la sombra del reloj

el beso siguió esperando,

medianoche daban cuando

un paso cruzó la troj.

Tras los zapatos el boj

quedó adherido en el lodo,

la vista se alzó al recodo,

la boca tembló en su sueño,

será que vuelve mi dueño,

se dijo y lo dijo todo.

 

Era amor, siempre lo supo,

desde que se vio en sus ojos

y cayó muda y de hinojos,

pues de dicha en sí no cupo.

Del dolor ya no me ocupo,

del silencio no escuchado,

del canto casi olvidado

a la vida y al encuentro,

así se dijo y su centro

le ofreció al enamorado.

 

Se miraron, se quisieron,

las palabras fueron pocas,

como también las dos bocas

que en cuerpo y alma se dieron.

Con la piel cuánto dijeron,

con la sangre cuánto hablaron,

poro por poro besaron

de la existencia infinita,

y el idioma en esa cita

aprendió a decir se amaron.

 

Qué fue después, no recuerdo,

la vida acaba su hazaña

y al que es más feliz más daña

por razones que me pierdo.

Llegó la aurora y concuerdo

con que el sol ya no era el mismo,

se elevó con su egoísmo

inmune al más triste caso

de que el amante dio un paso

a un viaje como a un abismo.

 

La boca allí quedó presa,

nunca más risa ni canto,

sólo la palabra espanto

ruge en su pulpa y confiesa.

Comprendan pues su sorpresa

al sentir que alguien se asoma,

alguien ya cruza la loma,

alguien ya toca la puerta

y el viejo amor ya despierta

como a una blanca paloma.

 

Era la muerte, señores,

traía forma de carta,

su mensajero se aparta

cual el color de las flores.

No pudieron mil doctores

curar su fiebre al ausente

y hasta el reloj, ya evidente

la aguja de este tormento,

cual de la boca el aliento,

se detuvo eternamente.

 

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21 08 13