Solo una palabra tuya prodiga
o, simplemente apaga la tristeza
del dolido pecho, sale pereza
de raíz, del corazón que mendiga.
Tu fantasma me sigue por doquier.
Ser valiente deseo y, olvidarte
o, siquiera borrarte de mi mente.
¿Pero podré vivir sin tu querer?
En la noche sé que me seguirá
y tus ojos me miran con acoso.
Eres mi sol horrendo sin ocaso.
Toda una vida maldigo la espera;
que me llegue un momento de sosiego
y dejar de buscarte como ciego.
El señor de los fierros
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Tus ojos me miran con acoso, como un sol terrible sin ocaso...