Sin el menor resabio de amargura
el tiempo hoy transcurre en lozanía,
la vida muchos golpes ha asestado,
mas en todos enseñanzas bien habidas.
Son las luces que se encendieron en penumbra
en la inexperta marcha de la vida
cayendo a veces en pozos tan profundos
que levantarse nuevamente era mayor triunfo.
Los penares hondas huellas imprimieron,
los amores bellos frutos produjeron,
los temores al tiempo al fin cedieron
y de la vida se acercaba ya el invierno.
Fué necesario todo lo vivido
para arribar al templo del amor
donde una vez traspasada esa gran puerta
jamás se volvería a perder el corazón.