Como el madero al fuego
la sombra a los destellos
la luz a la flama interna
la lágrima al quebranto
la llaga al sufrimiento
el sueño al cansancio
la estrella a la noche
la humedad al rocío
el roce a la caricia
el polvo al viento
la luna al cielo
el ave al vuelo
el rugido a la furia
la pena a la mentira
la risa al sentimiento
los besos a las miradas
el estruendo a la centella
los pálpitos al cercano ser
mujer que locamente cedes
tu sacro cuerpo, tu nívea alma
la primera vez tal cual vez postrera
manjar de mis antojos, albura de mis llamas
¡cómo no amar el cáliz de tu empapada entrega!
Por: David Cáceres
Managua, Nicaragua.