Estoy en mi cuarto y busco inspiración. Parece que mis objetos comienzan a cobrar vida
Apago la luz y un destello brillante de magia sale de mi tocadiscos
y de pronto comienzo a escuchar esa bella melodía que inunda de placer
a mis oídos y de sentimiento el corazón.
La música esta fuerte, pero no tan fuerte como para escuchar a ese alegre
y cantarín grillo que viene cada noche a deleitarme con su sinfonía.
Me recuesto sobre la cama para ver el delicado manto de estrellas fuera
de mi ventana y las siluetas tan finas y delicadas que los arboles toman
para atraer a la noche.
La noche que es azul, azul triste, azul melancolía, azul romanticismo,
azul perdón, cubierta con la suavidad de las nubes que le dan ese delicado
toque de inocencia o ingenuidad.
El tocadiscos se detiene, el alegre grillo se ha callado solo me queda
esta imagen casi perfecta de la noche y mi cuerpo agotado se rinde ante
la lucha por quedar despierta para poder seguir apreciando esta pequeña escena de mi vida.