Una perla de tristeza, se arrojó,
Del trampolín de tus pupilas desteñidas,
Dejando sin perdón,
Una huella, un surco, un estigma,
Al rodar sin luz por tu mejilla.
Y al quedarse sin aliento reposó,
Sobre tu boca de lunas amarillas.
Y mi labio bebió,
Beso a beso sal y miel,
Que tenian tu lagrima suicida.