la vi sentada, la acera, el sentimiento roto,
la muerte con la mano, la limosna chica,
el verbo se hizo carne, ya la cerveza fría
fue el único con suelo de la mañana tibia.
había transcurrido amanecer perfecto,
la bruja se cerraba sobre sus piernas sueltas,
el tapiz de los juegos, la tele todavía
ahogaba sus gritos en miserables puestos.
cuando niños nacieron, no quisieron la rampa,
era, decían ellos, algo pasajero.
la vi sentada, entramos, subimos al trastero,
y allí me memostraba cuanto sabía hacer.