nelida anderson parini

VITAL ESENCIA.

Los niños que nada entienden

de etiqueta o ceremonia

carentes de parsimonia

sus sentimientos distienden.

 

Con sencillez que sorprende

del llanto pasan al gozo,

de la angustia al alborozo

cuando el ánimo se prende.

 

Al perro llaman gua guau

al padre nombran papito,

al zapato zapatito

y al gato dicen miau miau.

 

Todo artículo brillante

es tesoro fabuloso,

universo majestuoso

siempre encuentran por delante.

 

Cada objeto es fascinante

un enigma a los sentidos

por deseos compelidos

muestran curioso semblante.

 

Es el mundo del infante

un sitio maravilloso

donde todo luce hermoso

y reluce cual diamante...

 

 

Todo tiene utilidad

en el campo imaginario

para el ojo visionario

que observa en simplicidad

 

Una caja de cartón

es recinto prodigioso

donde cabe todo un oso,

un banquete o un ratón.

 

De cualquier harapo viejo

crea un traje deslumbrante

que le da aspecto elegante

al mirarse en el espejo.

 

Para un niño la aventura

es como  abeja a la miel

atracción a flor de piel

actuando en total soltura.

 

Su madre es mujer hermosa

perfumada de ternura

mano tendida en dulzura

con sonrisa fabulosa.

 

Es caricia generosa

esparcida entre su pelo

abrazo en el desconsuelo

y mirada cariñosa.

 

No existe instante más bello

ni emoción más consentida

cuando entre mimos  anida

colgando amor en su cuello.

 

No hay un ser imaginario

en tiempo o lugar alguno

ni personaje ninguno

que para él sea adversario.

 

A papito le concede

su completa admiración

le ama con gran emoción

y le ayuda en lo que puede.

 

En su mente prodigiosa

no hay espacio de maldad

su gentil credulidad

brota alegre y poderosa.

 

No conoce de imposibles

de rencor o desengaños

ni desconfía de extraños

o de amigos invisibles.

 

En su mundo no interfiere

 afición por la riqueza

limpia es su naturaleza

por igual a todos quiere.

 

En sus ojos la belleza

es festín de colorido

un tesoro consentido

que alboroza su cabeza.

 

Quién pudiera en esta vida

crecer sin perder la infancia

madurar sin la arrogancia

del que a la inocencia olvida.

 

Porque así como  se pierde

con los años la inocencia

se opaca la innata esencia

sin que apenas  se recuerde.

 

Debiera de hallarse el modo

de avivar siempre ese niño

que con ternura y cariño

ama de la vida todo.