Dicen que después de un invierno cruel y deshojado, vienen los heraldos de la primavera, cantando por las cañadas como agua cristalina…
¿Vendrá mi bien amada montada en su barquito de papel -querido Joan- discurriendo entre murmullos de roca?
¿Cómo vendrá? A borbotones quizás, o solo será un hilo de plata…
Si es abundante, quizás se rehoge en un remanso olvidado, pero si es una estela plateada, puede que desgrane sus gotas a un sol envidioso y desaparezca…
¿Me avisará? ¿Colmará mi sed? O se irá buscando la parca para morir en paz…
Puede que si, que se pare en mi regazo, para que reverdezcan los prados de mi niñez, broten las margaritas, y ondeen sus colores al viento las amapolas de un dulce atardecer…
Que vengan a mí las algarabías de las criaturas, y que crezca en mi corazón el principio otra vez…
No seques mi alberca, no dejes mi tierra al barbecho por otra eternidad, no soportaría otra sequía, me marchitaría, y mi piel en escamas, se esparciría a los cuatro vientos…
E.V.B.