Tu, amante de mis cálidos tiempos,
y realeza de mis infinitos espacios,
melodía divina en mis silencios,
capullo de rosas en mis campos.
Yo, amante de tus dulces esencias,
y dependiente de tus abrazos,
sueño despierto en tus brazos,
deleito amores en tus secuencias.
Somos cánticos de esperanza,
que el Supremo Dios predestinó
para infundir amor y templanza,
Somos lumbreras que nos destinó,
para cruzar mares entre bonanza,
y gritar amores dulces que triunfó.