Con su alegre ancianidad
adornando su cara sonriente
quiere salir a pasear
a compartir con la gente
Lo llevan a salir un rato
y salta su alma de alegría
pero el reloj insensato
el retorno indicaría.
Al llegar a casa de nuevo
baja en silencio su cabeza
sus ojos en triste reflejo
destellan pura tristeza.
No entristezcas abuelo,
mañana vendré otra vez,
veremos de las aves el vuelo
y de la tarde su altivez.
Veremos los niños jugando
y los autos por la vía
para ir multiplicando
tus contadas alegrías.
Mañana vendré de nuevo
y saldremos a pasear
así veremos el cielo
y a las nubes blancas pasar.
Espérame sin falta,
espérame que yo vendré
me esperas a la hora exacta
y yo no te fallaré.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela