Marner

Te sigo amando.

Estoy aquí sentada a la mesa,

con una  taza de té, una bella trova,

una  ventana escapándose  a la inmensa oscuridad,

y  una luz de luna ocultándose entre los  árboles.

 

Mi mente carece de coordinación,  mis labios de léxico,

trazo en hojas blancas oraciones que parecen perderse

en un nombre, en un tiempo perdido,

en un rostro inerte.

 

He visto volar  y correr  a las palomas en el parque,

veo a los niños bailar jugando con sus globos,

veo a la gente sentarse en el café,

no estas, pero sigo estando aquí.

 

Ni siquiera recuerdo el día en que te fuiste,

solo sé que fue hace mucho,

pero si recuerdo tu caminar por los callejones,

tu deseo favorito, ese, el de buscar libros.

 

Cada librería en nuestro camino era asaltada

por tus ojos y cada libro era desnudado por tus manos.

recuerdo tu sonrisa en la glorieta del parque,

tu tos repentina en el cine.

 

Pero no estás,

y aun después de todo te amo.

Y sigo estando aquí, sin entender el adiós,

recordando el abrazo que me diste fuera de tu casa.

 

Malditos los días que se fueron, en los que acariciabas mis manos,

en los que sonreían para mí tus labios

en los que lloraban por mí tus ojos

y en los que me odiabas tanto.

 

Quiero escuchar siquiera la voz tuya,

ya he besado otros labios, he acariciado otras manos.

Pero aun después de esto te sigo amando.

 

Déjame por lo menos verte,

para decirte adiós, para dar fin a esto que  nunca comenzó,

déjame siquiera pintarte en el cielo de mi cuarto oscuro,

déjame por lo menos despedirme bañándote de sudor.

 

Que no ves que aun después de todo te sigo amando.