La realidad ante nosotros
cifra pequeña su inmensidad;
la duda existencial
en los ojos.
Lo que refleja el iris
es un espejo falaz
y real de la vida.
La pupila encoge su orgullo
para no dilatar
la verdad y la mentira;
la cornea filtra absolutos
relativos
fragmentos.
El ojo cierra
humedeciendo la imagen
abre y seca
la pesadumbre.
Cierra de nuevo
apaga la luz;
regresa
a la ambigüedad
de la existencia.