Lluéveme,
renovador milagro
cayendo por mi cuerpo
como el rocío por el labio
tembloroso de las flores.
Es que mi nombre
ya no tiene espacio en su boca
y el frio ha empezado
a bajar la cremallera del espanto.
Lluéveme toda, cielo,
inúndame de perlas y de amnesia
restaña el flujo del dolor en la partida,
ya veo el tren avanzar hasta mi orilla,
lo abordare nocturna
sin dejar huellas de mi paso
no quiero encontrar, las de regreso.
Lluéveme con furia,
hasta quitar los retazos de su amor
dados avaramente
¡ estigios de la piel
ayer pasto del fuego
hoy navajas de magnifico hielo !
He dejado para ti la llave del retablo
las sinceras ofrendas que ignoraste
la risa de mis pájaros ... y el pan,
compartido con amor sobre mi mesa
me voy cubierta por el rio de tu invierno
la herencia de tu canto y tus palabras
serán mi fiel sustento en el exilio,
me voy menguando silenciosa
como la luna, o los sueños,
si acaso tenga alguna creciente todavía
será del otro lado de este cielo.
Alejandrina.