Pusiste el universo en movimiento,
al tu espíritu sus alas desplegar,
vestiste de hermosura el firmamento,
la tierra de belleza singular.
Le diste habitación y a las al viento,
pusiste puerta y cerrojö al mar,
buscaron por tu pronto mandamiento,
la luz y las tinieblas su lugar.
No hay abismo oscuro que te espante,
ni arcángel que en su resplandor supere,
tu majestad, tu gloria y tu poder.
Si quitas tu cuidado un instante,
si tu rostro un momento escondieres,
el universo dejará de ser.