Cuando llegue la hora, estaré, con los ojos abiertos.
Tu pie, desnudo sobre mi pecho, buscando mi alma.
Yo, explorando tu sexo.
Cuando llegue la hora, lo pasado: ¡Adiós!
No habrá arrepentimientos,
el futuro, vendrá entre tinieblas, o mejor, al final de la luz.
Cuando llegue la hora, será como siempre,
lleno de esa música que me acompaña, incomprensiblemente,
como el pulsar de una guitarra, que se apaga lentamente
más allá del corazón.