“Era esa tranquilidad que sentía,
Cuando tenía tus caricias;
Tus brazos rodeándome,
Tus pechos junto a mi cuerpo,
El calor irradiado de tus piernas,
Esos besitos en mi cuello,
Junto a esas sonrisas,
Provocadas por la inquietud de tus dedos…
Como anhelo tu voz a mi oído;
Suspirada, lenta y casi sin sonido,
Anunciando caricias desordenadas,
Brindadas por tus manos,
Visitando lugares inesperados:
En mi pelo,
En mi pecho,
En mi abdomen,
Aventurándose sin regreso…
Como te pienso,
Tomándome de la mano,
Abrazándome fuerte,
Besándome la frente,
Presionando tu nariz a la mía,
Acariciándonos con mirada fija…”