(Julio de 1980 durante la Campaña Nacional de Alfabetización)
Señor, estoy vacío.
Necesito tu presencia y sabes que eres mi todo.
Cuando no estamos en comunión, algo falta a mi “Yo” interior.
He llegado a comprender que así como la tierra no se puede regir sin sol,
así como la Iglesia no se puede conducir sin Cristo a la Cabeza,
así ¡Oh Yahvé! No puedo estar completo sin ti.
Sé que eres mi Padre y que has santificado mi Espíritu,
para que yo comprenda esta gran verdad;
y que has dado la Sangre de tu Hijo como precio por mi libertad.
Tú Señor, emprendes conmigo esa batalla contra el Pecado.
Porque Cristo es mi escudo y el Espíritu Santo mi espada,
¡Tú eres mi Victoria!
¡Oh Padre, que desde tu Gloria conoces cada rincón de mi espíritu!
Concédeme la gracia de ser tu Hijo,
por el sacrificio y la Resurrección de Cristo.