Era una noche lluviosa, el viento parecía cantar de calle en calle
algo estaba cerca... y aquel hombre no le quedaba nada mas que estar a la expectativa.
Empezó a llover en su vida desde hace mucho tiempo
aquel hombre corría como loco de lado a lado buscando en donde pasar la lluvia;
el hombre empezó a llorar, sus lagrimas parecían confundirse con las gotas que raspaban su cara,
su historia parecía difuminarse mientras corría y miraba atrás como mirando su ayer;
su corazón se empapaba, sus sentimientos se hundían y su ayer desaparecía.
El ansiaba verse seco, pero aquel diluvio borraba sus esperanzas;
un viejo puerto se dibujaba en aquella escena que parecía un mar
el se dijo: \"Bajo una tormenta, cualquier puerto es perfecto para atracar\"
Al encallar la tormenta cesó y un misterioso anciano apareció
el hombre no pudo ver su rostro ya que estaba ocupado terminando de encallar,
al ver esto el anciano puso su mano firmemente en el hombro de aquel cansado joven
y con una voz suave y de mucha experiencia en circunstancias de la vida le dijo:
\"Hasta de la peor tormenta se aprende joven\" El joven al escuchar tan sabias palabras
volvió a mirar y sorprendente mente el viejo se iba difuminado con lo poco que quedaba de la lluvia.
Aquellas palabras se tatuaron en la mente de aquel joven
un hombre diferente fue lo que aquella tormenta dejó
aquel joven aprendió... aquel joven era yo.