RICARDO ALVAREZ

TELONES EN EL CIELO

 

Cielo de madrugada, tímido asomas tus ojos

estrellados en el cristal de una filosa nova,

Te reflejas como la noche rota  en pena partida

de ínfimos espejos,

como un cepillo que despeina los pelos lánguidos de la tierra

y el velo tormentoso de la bruma con sus alas rotas

deja tu postergado claro en el buzón gris de la niebla espesa

y su corazón de oscura tiza/.

 

En tu inocente castidad amaneces

con el trémulo rubor del aceite en la rama/

Y aquellos...

Esos y los otros que miran hacia arriba,

ven tu seda de nodriza casadera y

tu mortaja iluminada empujando un espacio de relámpagos

donde tu techo de mano floja libera el invertido manantial

en los brazos furiosos del agua en caída/

Agua próxima al pétreo que arroja ladrillos por tus grises desvelos.

Cielo sólido del plomizo rasgando un agujero de aire

donde pronunciar tu voz de presencia

y la ingrata ausencia del movimiento te va dejando sin aliento/

Con la sed y el hambre de los sazonados manjares

mientras la lluvia te desarma como un juguete de plástico

y la bruma despliega su telón tiznado/

Entre las paredes del aire aguardas

con tu piel de astro macizo sentado al banco de la espera

que entre las avenidas sin huertos un coloso paraguas cubra tu vergüenza/
Mientras... Nosotros...

Plantados en las veredas como un hongo de secuela

trepanamos cada poro de los submarinos techos

con el afán de vida de peces ahogados,

bruñimos la espalda del vidrio errante

porque ansiamos tu presencia de noble celeste
iluminando con tus planas pupilas espirantes

las amantes miradas de tu esencia

en este trajinado urbanismo sin colores

donde estamos sin prados con tu ausencia/

 

 

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