Nos dijimos adiós, buenamente
sonriendo desde la tristeza,
fue el final de un pecado cometido,
a espaldas de Dios, sin darnos cuenta.
Un simple romance robado a la vida
Un “toco y sigo”, nomás, sin consecuencias.
Ya no había palabras, no cabían
no eran necesarias, la suerte estaba echada
solo nos mirábamos, sintiéndonos desolados,
con la voz quebrada, anudada la garganta
a punto de romper en llanto.
Nuestro adiós lastimaba, hería el alma
Se quedo nuestra queja, suspendida en el aire.
Apretando pañuelos enjugando lágrimas
corazones oprimidos presintiendo distancias.
Se nos seco el adiós en la garganta, sufriendo la partida
Clavado en los oídos mientras nos alejábamos
Solamente sonreíamos, una mueca de tristeza
¡Cuánto nos costo decirlo! Humorada que nos jugo el destino.
Sueños que se alejaban de nuestras fantasías
Esperanzas de perdidas ilusiones.
Solo el adiós entre los dos se interponía,
estrujar de pañuelos enjugando lágrimas.
Se quedo nuestro adiós suspendido en el aire.
Se murió el adiós en nuestros labios
llevándolo clavado en los oídos.
Como duele decirlo a quien se ama.
Fue el final de un pecado cometido
a espalda de Dios, sin darnos cuenta.
Un simple romance robado a la vida
Un “toco y sigo” nomás, sin consecuencias.
Nicolás Ferreira Lamaita.