Una flor preciosa
dentro de un jarrón
a pesar de lo hermosa
no tenía emoción;
y el florero, todo un señor,
al verla triste en su tallo,
la llenó de halagos
con mucho esmero…
¡Verte feliz, es lo que quiero!
Y la flor con desgano
le dijo en tono lastimero
Disculpe señor florero
¡Es que extraño
a mi jardinero!
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela