En tu cielo negro,
con recónditas estrellas por la noche
que parecen danzar en un tiritante reproche
se van los suspiros hacia arriba, hacia el sur y oeste;
con tus más de trecientas lunas
que en ocasiones me alegran o abruman,
pues aleatorias son sus desapariciones,
que en cantares de lechuzas
le dicen a tus estrellas
que parecen pedazos de mosaico
abandonados en tu cielo
ese único que recubre a esta tierra como si fuese un velo;
en el agua cristalina del rio casi seco
Se dibuja como si fuese una ligera sonrisa
el destello de las estrellas que mueren y caen de tu cielo,
o son las locuras de este tu observador sin prisa
que simplemente desea con anhelo
el ver de verdad tu exterior,
ese que recubres con nubes, con celo.
ANDRÉS SARELLANO MTZ