Te esperé detrás de cada tarde,
Sin saber el color de tu mirada.
Con la fe con que aguardas cada mañana
y el cansancio con que esperas cada noche.
Te esperé tanto… deshojando las horas de la tarde,
con los ojos húmedos de esperanza.
Te esperé con el único corazón que tengo,
con las manos temblando de impaciencia.
Te esperé en cada madrugada,
y cubrí con besos esta almohada
que muda se lo quería contar a tu oreja.
Me imaginé escenarios para el encuentro,
les pinté todos los detalles posibles:
el cielo, el sol, el viento, tus palabras…
Pero nunca llegaste a nuestra cita,
me quedé imaginando esa mirada,
esas palabras y esas caricias en mi cara.
Me quedé despierta hasta tarde y… nada.
Desperté más temprano y… nada.
no sé dónde es que tienes el alma,
cómo pueden caminar tus pasos
por un camino opuesto al mío.
Será quizá porque no tienes destino…
Pues cualquier cansado andante..
desearía llegar conmigo.