En amorosos sueños te siento,
mis dedos imaginan tu rostro,
un lento y obstinado andar
me vuelve claro placer
y arboleda,
una lluvia lenta degrada en mi boca
al tiempo que me toca a mí alejarme,
desnudándome en silencio,
estremeciéndome en la calma.
Me vulnera tu piel, la pasión corpórea
me apura, el viento es una palabra
húmeda deseosa de encontrarte,
si el amor en penumbras es sólo una parte de mí,
si mis ansias agonizan al abrir mis ojos,
si mi último suspiro es el crepúsculo de las estrellas marchitas.
Soy la doble vida de mí mismo,
el que se mira en los espejos sintiéndote a su lado,
el que abandona los prejuicios,
el que se dice que el amor todo lo puede si es infinito,
eterno y corazonado, pero también el otro,
el que te busca entre los pliegues de su cama, el que siente arder
el alma porque lo abraces, porque lo beses,
el que envilece por la distancia, y rompe y gira
y llena los abismos de preguntas.
En amorosa ternura, mi sueños,
los que se levantan en álamos,
los que remontan alas vez tras vez,
los que cruzan y tropiezan y quisieran ser,
los que en pequeños jarros se detienen
y encuentran consuelo en una ilusión,
y en un soplo aciertan a reconocerse en una mirada,
y sin saberlo el amor, como una casa abandonada
hacia el final de la escalera.
Mis manos me acarician mientras tú te quedas,
y en el primer peldaño de tus labios
tu levísimo barro inconsolable de tus miedos,
tu palabra ni tan siquiera al borde,
¡el tiempo es todo el tiempo cuando el amor lo
graba en el aire quieto!,
¡el momento es un viaje en donde todo viene,
de donde todo va!
En amorosos sueños tú estás,
el aroma de los pétalos,
el alma de las piedras,
el sitio de la diaria costumbre, de ese breve y nocturno
madero y café,
confortable en promesas,
callado de repente,
¡y en un dibujo lento una mujer enredada,
parece reclinada e inmóvil,
ansiosa y encerrada en mí!
T de S
MRGC