(Managua, 07 de septiembre de 1988, Bar La Antigua)
Al querer andar hacia adelante, sin el peso del pesar que agobia.
Sin la memoria que guarda momentos que ahora se descubren como ayer, como anteayer –y seguramente como mañana-
Han repasado mis ojos esos momentos, esas sombras que en el día estaban ocultas, porque al llegar la noche se vuelven más claras: El Centro Cristiano, la grama del parque “Las Piedrecitas, El Chips, El Cine Cabrera, tu casa... y los rostros de nuestros conocidos.
Y lo que es peor: al llegar abril, nuestro viaje a Costa Rica.
¡Ay cómo quisiera poder reparar todo eso! retroceder en el tiempo y decirte que te amo tanto y lo difícil que será vivir sin ti.
En este momento tú no lo sabes, y yo tampoco, pero cuando pase este siglo, echaré la vista atrás y sentiré que solo he dado un paso y que estoy detenido en el tiempo esperando a que tú des el próximo para que puedas alcanzarme.
Cuando esté viejo y cansado, seguiré soñando contigo, te extrañaré tanto que me dolerá no poderte extrañar menos. Pero cómo te digo estas cosas si ya no estás conmigo, si tus hijos no son mis hijos y tu camino no es el mío.
Debíamos terminar. No eras para mí. No era para ti. Pero pienso que podía serlo.