Adiós Luna
Cristóbal Rozzo
Hoy he venido a decirte adiós,
mi fiel compañera.
A dar nuestro último brindis
por el mañana.
Disculpa si aparezco
un poco tímido en nuestro encuentro;
ya ves que temo pronunciar tu nombre,
no sea que te alejes.
No sea que tiña tu hermosura.
Ya ves que estoy a solas
y sólo tengo ojos para ti.
Esta noche es toda nuestra
y no hay cuestión ni objeto mundanal
que pueda distraerme, querida.
Cuán serena, cuán amena
es tu presencia y compañía.
Un brindis por los dos…
Somos iguales tú y yo;
estamos solos, siempre solos.
La vida nos pasa por el lado
y no vivimos, la felicidad nos evade,
y reímos solo a veces…
Pero aquí estamos; aquí estoy,
bajo tu luz grisácea,
admirando tu magistral figura
que se impone con triste frialdad y distancia.
Somos iguales. Aquí estoy sentado,
taciturno en la noche que me huele
a recuerdos distantes y fríos.
Pero tu luz me es suficiente.
Somos iguales.
Las estrellas son testigo
de la soledad que nos devora.
Estamos ajenos aún a la ilusión
de la felicidad y lo sabe el cielo.
Pero a pesar de todo, no lloramos.
Ni podemos ni sabemos cómo,
porque por dentro estamos secos de amor.
Pero ya sabes lo que siento
porque somos iguales.
He venido a decirte adiós
y adiós te digo.
Esta noche me voy de este mundo.
Dime, oh Luna de mi corazón,
cuando me vaya,
¿te irías tú también conmigo?..
Oh Luna, cuán hermosa eres.
Gracias por siempre escucharme.
Adiós…