Las amapolas del amor
Incesantemente te llamé, hasta en mis pupilas te inventé, te veía distinta sembrando amapolas, rodeada de auroras, bajo un manto de espumas, soñando conmigo detrás de un esperanzado jardín de ilusión, pero venia la bruma y se llevaba consigo las amapolas en flor.
Regresabas de nuevo, callada tu boca, regando las flores, mientras hundías las manos en un sueño difuso y de nuevo crecían las amapolas y revivía la ilusión,
Llegaste cansada de tantos caminos, con vestidos de antaño, con sueños vencidos, pero siempre sembrando amapolas, aunque llegaran las sombras con se negro celaje, a llevarse consigo la flor del amor.
Te levanté de la tierra, te limpié las manos y con mi canto nuevo te cubrí de amapolas, las mismas que sembrabas en tu pecho solitario, más cuando el jardín floreció, te fuiste con un ramillete de amapolas a los brazos de Dios.