Era solo la curiosidad traviesa, de conocer el dulce sabor, de un beso en los labios…
Un beso… que no conocía, un beso que jamás había recibido.
Más un día la curiosidad traviesa, al percibir la humedad de unos labios en su boca, y unos brazos ciñendo su cintura, tomó un nombre…
y se llamó: ¡amor!
Y al paso del tiempo, el amor, se acompañó del deseo.
Del deseo inaudito que provocan los besos de pasión…
Esos… que recorren incompasibles la piel, dejándo el alma sin razón y sin aliento.
También de los besos dulces, que sin palabras expresan un… “te amo”, que sale en silencio del corazón.
Fue solamente la curiosidad traviesa,
que por probar el sabor de unos dulces besos…
Se transformó…
¡¡ en una historia de amor!!
Claudia Alhelí Castillo
04-09-13