Rey de Utatlán solo queda el recuerdo
de su grandísima y venerable majestad
de tu corona de oro llena de esmeraldas.
Te estableciste sobre las gradas
los cimientos de tu imponente trono
quedando a vuelo de mucha altura.
Como el quetzal ave de unión al cielo
que se refleja como el trueno pegando
en cuatro columnas cardinales.
Representando, el fuego que transmite
los bienes de tus queridísimas abundancias
el aire que se desprende del cielo
como alimento para todos los seres.
agua regida por los principios inteligentes
con tu color de espejo del reflejo celeste
y superiores que brotan de la energía creadora.
provenientes de la tierra emergida de los océanos
madre del habitad que te reflejas a través
de sus movimientos según como te sientes,
reproductora del sustento y de los alimentos.
Te cubres con baldaquines, te envuelves de plumas,
con variedades de colores, elementos decorativos largos y
estrechos colocados en tus paredes rodeando tus perímetros.
Después de que tu tierra era motivo de guerras y pasiones
de los tres reinos, violada por los españoles, hoy de nuevo
el recuerdo está muriendo, abandonado y sustituido por el
consumismo de los destructores que hoy están viviendo.
Por: Kenthon Adam Medina Lara
4 de septiembre de 2013