Habitamos todos esta bendita tierra
y hay quienes piensan en la guerra,
en exterminar a sus semejantes…
Se olvidan algunos del amor fraterno,
ven luces en la muerte, en el infierno
y a todos les parecen más brillantes.
Con la guerra lo de humanos se pierde,
no hay en ese concepto que yo recuerde,
algo que nos defina como irracionales.
El sentimiento es lo que te hace distinto
y no actuar sin pensar, sólo por instinto
tal como ves que ocurre con los animales.
Pensemos en vivir, ya no más en muerte,
no hagamos que sea tan triste la suerte
del género humano que a todos nos atañe.
No convirtamos la miseria en nuestro karma
ni usemos la mente para inventar un arma
química y bien sofisticada que nos dañe.
No acudiré en este poema al tema religioso,
aunque sería un argumento maravilloso
para iniciar por Dios el clamor por la paz.
Creo que ya es hora de tomar consciencia
y no permitirnos esta absurda competencia
por ver quién es el degenerado que mata más.
Recordemos que hay niños en esta instancia
a quienes se les está arruinando la infancia
que a fuerza de balas y bombas se les arrebata.
Hay políticos que dicen amar a la humanidad,
pero en sus decisiones su ausencia de piedad
es algo que rápidamente los descubre, los delata.
Cualquier conflagración es algo que nos aterra,
digámosle que no hoy y para siempre a la guerra
y propongámonos en santa paz aprender a vivir.
En provocar un conflicto no insistan, no porfíen,
siempre será mejor ver cuántos niños sonríen...
y no saber que hay niños que dejaron de sonreír.
Poema original de Álvaro Márquez
Venezuela
Todos los derechos reservados
4/9/2013