Déjame amar tus ojos
en la quietud de la noche,
y rasgar con mis caricias
de pasión y de derroche.
Déjame amar tu boca
acariciándola con mis besos,
dulces como el rocío,
intensos como el deseo.
Déjame amar tu cuerpo
entre reflejos y destellos,
de este amor que es pasión,
de esta pasión de ébano y fuego,
que sucumbe ante tus ojos
y se pierde en tu deseo.
Jenny Sánchez Golding
Venezuela