Pude viajar a una estrella
Sin que tuviera un cohete,
Ni ser de nave, un jinete
Con una luz de centella,
Fue con un beso, doncella
Que me adentré en palacete
De un dulce y rico banquete
De la princesa más bella,
La que plasmó en mi alma huella
Como la tinta en marbete
Y es que yo estuve en el cielo
Sin que estuviera a mi alcance,
Porque con beso y romance
Me desprendí, desde el suelo,
Cumplí en gran sueño, un anhelo
Y encontré adentro, balance,
Sintiendo estar en un trance
Y alcé como ave, gran vuelo
Viviendo en cosmos desvelo
Sin contratiempo o percance
Y me adentré entre la rosa
Que era la reina, en jardines
La de caricias, sinfines
Y de fragancia dichosa,
La flor sagrada y hermosa
Que inspira a sus querubines
A hacerle amor en violines
Con armonía preciosa,
Para esa luz poderosa
Que hace de labios, festines
Y en su candor delicado
Forjé el eterno destino
Del cual no soy peregrino
Porque sentí, ser amado,
Y yo, ya me he enamorado
Y ante sus pies, yo me inclino
Por darme amor cristalino
Y un sentimiento sagrado,
Por eso, le he venerado
Con verso, en un pergamino
Y vivo, alegre el presente
Por flor, que no se marchita,
Que en fiel poema está escrita
Por su esplendor refulgente,
La de mirada inocente
Y eterna gloria, bendita,
La que es de amor, erudita
Y albura afable y sonriente,
La que amaré eternamente
Con mi pasión infinita…