Voy a jugar a, cuantas muñecas tengo, y que hacen atadas a algo, a un sentimiento o alguna cosa que les cautiva primero, después las somete, para luego destruirlas, dejarlas vacías y sin alma.
Jugare a que mis muñecas andan libres, que no quieren nada esta vez, que no me susurran al oído para que les atienda con su risita dulce y melancólica, pidiendo algo simple, que solo yo puedo darles.
Jugare a que mis muñecas marchan todas, cada una viendo a la otra, preguntándose donde estoy, y por que no he vuelto. Temiendo quizás por un encuentro nuevo y mío, para hacerlas padecer con mis inventos, y mis nuevas inquietudes.
No jugare con ellas personalmente, no esta vez, las dejare sentir la soledad que nace del tenerme lejos, de que no ande pendiente de sus cosas y sus ritos de belleza externa. Las dejare solas a todas, juntas pero solas. Sin mí, a quien aman sin igual, sin que jamás las haya dejado ver más cosa que yo mismo.
Jugare algo nuevo, haré de cuenta que las tengo metidas en una caja grande, y cada una hará un acto fervoroso simulando que al final se alegran por mi regreso, yo fingiré también que no las he visto, como tantas veces, así se darán cuenta que he cambiado, que soy otro tal vez, uno mejor que antes, y como sucede a veces, me amen mas cada día, sin rencor, sin la apatía que les causa el encierro. Y mi osadía de no dejarlas ir a dios sabe donde.
Mi juego con ellas ante la mesita de noche, ha terminado, ya no más la idea de reírnos de cualquiera cosa, de dejar de lado las verdades de la vida, eso por ahora no, no me nacen ganas. No ésta vez donde jugaré sin tocarlas. Cerrare los ojos y estarán ante mi, una a una, y su belleza deslumbrante me tendrá aturdido, esperando a que la una no se parezca a la otra, que no cambien de cara nunca, que sean siempre lindas y tiernas, y que todas juntas al final se transformen en una que quiero, una sola muñeca que me haga sentir que la vida vale la pena, que sea el final de tantos intentos por lograr tener amor, y así, juntos ella y yo tendremos la armonía de jugar a una cosa que se llama felicidad,
No digo que no haya sido feliz con ellas, pero esta otra felicidad que añoro esta guardada como algo diferente y mas puro, es algo que ellas nunca entienden, aunque tratan, eso es debido a su estructura, a su mente vacía y sin vida, algo que deberá tener la otra muñeca que aun no se ha creado. La que es verdadera, la que tiene calidos reposos, una mente brillante, y cuando te mira de sus ojos emana una dicha que contagia, ella, la otra, es como ninguna por que es real.
No se que pasará después de esto que juego, por que no es jugar a ganar o perder, es una distracción como cualquier otra si, pero muy sencilla de llevar a cabo.
Quizá y de pronto, tiempo después, recuerde que las tengo metidas aun en su caja de dormir, que debo despertarlas, y verlas, como si fueran recuerdos míos, entonces soñaría despierto al recordar, como han sido y de que manera se juntaron a mi vida, que fue lo que me dieron a cambio de nada, sería como una pasarela enorme, donde una a una se perfilan para sonreírme, como cuando me descubren la primera vez, ellas y sus ojos de encanto que dicen mil palabras que solo yo entiendo, vería su andar gracioso, ese que arrebata un suspiro que nace desde lo mas hondo de mi ser, las miraría fijamente a los ojos transmitiéndoles miles de ocultos besos, recordaría a cada una tal y como fue en el momento mismo de sentir, que de esos labios podía crearse la poesía, recordaría los ojos de ésta, los encantos ocultos de la otra, hasta los arrebatos justos cuando me allegaba a una nueva sensación. Y así cada una sabría al final, que es lo que me han dado, lo que me enseñaron a sentir, que las he tenido a mi manera, para hacerme después, un mundo mío, mi mundo de muñecas. Jugare entonces otra vez, con mis muñecas.