Andando por el desierto vislumbré
las pisadas de aquella vida mía.
En mis recuerdos surgió tu nombre.
En mi mente, el revivir de tu anatomía.
Aquella mirada salvaje y felina,
que cada poro de piel voraz devoraba.
Atravesando el corazón cual jabalina,
sedienta del placer que tanto ansiaba.
Aquella musculatura guerrera,
que aprisionaba con fogosidad
mi cuerpo, mi alma entera
realzando en ello mi feminidad.
Aquella media pícara sonrisa,
que me adentraba sin razón
en la danza de la dulce brisa
que acompasaba mi corazón.
Andando por el desierto vislumbré
las pisadas de aquella vida mía.
Dirigí intrigada la vista hacia la cumbre.
Observé tu pisada siempre junto a la mía.