Sólo la arena, el temblor y el cielo reflejando
la memoria.
Sería un viernes sin confines, el día más poderoso
de la tierra.
Castillo de sal y huracán furioso
jugando en el paisaje
del silencio,
forzando sin clemencia
la inocencia.
Hasta que el mar se aburra de ser agua,
y mi sangre distraída se haga noche,
hasta que tu mirada en otras luces,
inexorablemente se haga luna.