El jacarandá extiende sus brazos
descolgando capullos azules del cielo
y adorna su cabellera suelta de mar.
Los jazmines exhalando su blancura
se prenden del ramo de la novia,
que entre azahares, va al altar.
Las amapolas exhalan sus colores
en los senderos al andar.
Y los alelíes y las azucenas
ofrecen la tibieza en sus pétalos al pasar.
He navegado por un océano de flores,
pero tú... no estabas...
Entonces... llené mi cabellera con azules capullos
me abracé a la dulzura del ramo de jazmines,
alegre recogí los colores de los senderos,
feliz me vestí con seda de azahares
y le pedí a las violetas sus perfumes.
...Pero tú........ no estabas....
Sentí que mi alma fue feliz por unos instantes
que me había convertido en Flor de flores,
para que al tomar mi tallo tú.... me respirases.