Son placeres de la carne
los que rondan a Cupido
cuando apunta tan certero
con su flecha envenenada.
.
El corazón del humano
se apresta a ser codiciado
cuando el dios indicado
selecciona un par de víctimas.
.
Apunta pronto una flecha
que roncando por la estancia
se desliza apresurada
para llevar el mensaje.
.
Desde el trono,
el dios nombrado
envenena con pasión
aumentando la codicia
de los dos promocionados
que entregaran prestos sus cuerpos
al deleitante deseo.
.
El metal ha perforado
dos corazones afortunados,
cupiditas se ha instalado
en la profundidad adecuada,
en el centro de la diana
para allí permanecer
por los tiempos a futuro
disfrutando sin medida
los cuerpos que ha marcado
el anhelo de Cupido
y ya más no escaparán,
hervirán en deseo
más candente que un incendio
que más nunca se apagará,
por el poder de los placeres
a que Cupido los ha condenado,
con su flecha disparada,
quien satisfecho ha quedado
por la unión de aquellos seres
que flechados han quedado.
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