Aquí estoy, quemándome en paraíso,
empuño las riendas hacia el destino,
la espada mordaz brilla en desatino,
con profunda herida dio preaviso.
Poeta herido por ímpetu impío,
cedido ahorca versos del poema
con ilusión fracasada se quema
y sangra en campo de rosal vacío.
Pétalos de margarita no esparce
en otro tiempo deshojó hasta hartarse
abraza el acuerdo de tus pilares.
Mi imagen plasmé sin que se consagre
muerto de sed, ni me diste vinagre,
observo; y ni mis pies son similares.
El señor de los fierros
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Desnudo la razón de tu superioridad, trapazo a mi corazón, que solo está lleno de bondad...