Quererse era la consigna;
el amor se había instalado
en nuestra piel
sin tapujo ni alegoría.
Me envuelve la reminiscencia
de las sabrosas mieles
de esos cautivantes y lejanos días...
Hubo de todo en nuestra relación:
apasionados encuentros, desencuentros
ausencias y odios pasajeros.
Pero, el verdadero y sano amor,
es como el ave que emigra
y que vuelve, porque no olvida.
Por eso, mi espíritu y mi corazón
mantienen la llama
de mi amor encendida...
A través del tiempo el fuego de la pasión
aún persiste y puedo con algarabía decirte:
\"los sentimientos, todavía existen...\"
Adolfo César (NAZARENO)