Adiós sin llanto y sin quebranto,
fue muy bello lo que sentimos.
Nos fundimos en uno solo,
en versos eternos de amor.
Soltamos las amarras y le dimos rienda suelta al amor.
Fue un amor jamás sentido.
Despertamos como niños, sedientos de cariños
y nos envolvió el despertar de un cielo azul,
y mezclamos nuestros labios en besos de vino rosado,
plagiados por un amor desesperado.
Cancelamos cuentas pasadas
y nos aturdimos en el amor de los dos.
Nos miramos a los ojos y creció el amor.
De una huella indeleble nos despedimos los dos.
El amor que empezó era bello,
fuerte para permanecer hasta hoy.
Cuantas peleas y cuantas reconciliaciones
nos seguimos amando,
pero es un amor callado:
nos da coraje que no sea concretado
y en el corazón se quedará guardado.
Sólo quedarán de testigos: versos y poemas,
sentidos y entregados, llenos de amor y de nostalgia,
por lo que pudo haber sido y no fue.
Adiós, amor.
Adiós sin llantos ni rencores.
Donde se amó demasiado no hay lugar para el olvido.
Morir es sentencia, amando,
como una vez lo prometimos:
amarnos hasta los huesos.
No me pidas que te olvide.
Siempre serás mi amor callado,
que en la banca del recuerdo permanecerá,
lo que nació entre nosotros
-no podrá ser abortado-
La pluma que escribió con dedicatoria
todos los poemas de amor para mi
Es lo más bello que conservaré de ti.
Allí se quedan los versos y poemas:
recuerdos de un gran amor que un día nació
entre tú y yo, y será eterno.
-hasta donde estés llegue mi amor primero-
Besos al cielo de tu cielo mí siempre amor.
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe es el alma-
Diez mil kilómetros de amor para mí amada ali
Diez mil kilómetros
amores han dejado.
-rosas y claveles han florecido-.
Diez mil kilómetros
dalias y jazmines han perfumado.
Diez mil kilómetros
esplendor sobre la hierba
han sembrado.
Diez mil kilómetros huellas luminosas
de un amor imposible
no realizado.
Diez mil kilómetros un carro
de ilusiones han arrastrado.
Diez mil kilómetros
barcos de fantasía han remado.
Diez mil kilómetros, orillados
de noches románticas, de lunas y azules,
de besos,
de abrazos, de caricias,
de cariños,
de quereres
-siempre imaginados-.
Diez mil kilómetros
la hondura amorosa
de dos Yoes
en UNO solo,
cincelados quedan en la piedra
del camino
-altar levantado
a los cuatro vientos,
existiendo para el recuerdo.
España y México se han querido,
y un rayo de luz iluminará, todas las noches,
el amor que nos tuvimos: Salvador y Alicia
resplandecerán en el cielo cual dos amores unidos-.
(Pasan las nubes
dejando la estela
de los amores vividos
desde la lejanía del otero...
- se acabó la fantasía
de la ilusión de manantial hondero-)
-siempre amándonos amada mía Alicia-
-salgomanzano Salvador 4-10-11- Úbeda-