Me senté en el pasto, creí poder percibir esa paz que me daba encontrarme sola, lejos de todo lo que hacía ruido… el ruido estaba en mi cabeza.
Creí poder entender por que el viento mueve las hojas del árbol, pero solo me llego la idea de una voluntad ajena a ese árbol incluso, a ese viento.
Hace tiempo que sentí la necesidad de acariciar con mi mirada aquellas cosas que me remontaban a vagar en definiciones y suposiciones fantasiosas, no lo logre.
Todas las locuras me llevaban a ti, siempre a ti.
Era tu olor el que traía y llevaba ese viento, era tu voluntad la que lo movía, eran tus cabellos las ramas del árbol que en su sombra me envolvía, era tu aliento el que a mi rostro acariciaba con ternura, eran tus ojos que los que miraban esos milagros, eras tú el que escribía estas palabras…
Y como ayer, como ahora, me deje poseer por ti una vez más, disfrutando así de la prisión mental que ejercían tus recuerdos,, temiendo dejarte morir al olvidarte… como hago desde que ya no estás.
Yom