Cuando llego a mi casa, Totó viene corriendo a recibirme. Es mi pequeño como un niño que en su madre busca cariño. Sobre mis papeles, cuando escribo, posa su esbelta escultura. El reloj mio admira y enseguida lo mordisquea. Coge el rotulador que maneja como un señor. Las teclas de mi ordenador anima sin ningún temor. Cuando ve el café toma un sorbo como si fuese the. Cuando a casa vienen extraños, aún de todas las edades, Totó se esconde en nuestra cama y el gato no está, por mucho que le llames. Totó es el dueño, aún cuando está dormido en profundo sueño.