Diminuta apareciste en la tormenta de mis sentimientos
Te hiciste cielo azul, dorado resplandor
Organizando el caos del maldito
Me redimiste con tu presencia bendita
Diminuta llegaste en la grandeza de tu corazón
Y tocaste el mío, arrebatándome el dolor
Diste paz al afligido con mágica sonrisa
Despertando en mi alma vientos de revolución
Dando fin al pasado,
peso inmisericorde sobre un espíritu cansado
diminuta besaste mi boca seca y fría.
Y con el calor de tus besos
ardió de nuevo la llama,
que creí extinta en mi pecho.