HERMINSON YULE RIASCOS

A EL LABRADOR

La madrugada se desparrama

sobre la tierra fresca y campesina,

ansioso el labrador deja la cama

para tornar a su diaria rutina.

 

Toma café y siente que lo llama

el campo, alegre se encamina

por ese mundo que silencioso clama

por su mano y el sol que se avecina.

 

El verde lo recibe con un concierto

de pájaros, y el río cristalino canta

un rara e inusitada tonada.

 

Su paso bravío es un acierto

que crea, que inventa y espanta

el hambre con el fruto de su jornada.