Las luces y las sombras me cubren
desde los horizontes perdidos
desde los escombros que construyo
solo para volverlos a derrumbar
sobre el desierto de mis agonías.
Moro en el silencio donde creo ser sabio
desconocido, incomprendido y ajeno de mí.
Cadenas me atan al fango de mis temores
mirando vivo las algas de las aguas quietas
-taciturnas sombras me ciegan-
Como los sueños hiperreales de antaño:
muertos y cadáveres se mueven entre
la marisma onírica de los condenados
a los infiernos de la vida y la noche.
Mas debo aferrarme a mis pocas certezas
como el ciego se aferra a su bastón
sabiendo que tarde o temprano
le espera el abrazo de los abismos.
Exigua paz, eterna tristeza la del hombre
la de saber que no sabe sino de su fin
hiel, dolor, miseria de saber que no hay héroes
en esta guerra de muertes al infinito.