Como el vino que cae,
helado y sin dulzura.
Seco de pura soledad.
Como el papel húmedo
que guarda las palabras
que se botan sobre él.
Como el camino viejo
siempre de regreso
de la batalla perdida.
Como la puerta oxidada
de ingreso a la morada
de la desesperación.
Así bebo y escribo
de regreso a la cama
tras haberte perdido.