Siento fascinación por el cocuyo
Que vence la penumbra
Con su farol no ajeno, sino suyo,
Que su camino alumbra.
Y menosprecio al hombre o la mujer
Que la palabra ajena
Como suya divulgan por doquier
Sin rubor y sin pena.
El orbe de farsantes está lleno.
Son ídolos sin gloria
Que pastado han, sin rubor, del verbo ajeno
Para creerse historia